
Cuando un documento oficial de obligado cumplimiento, dictado por un organismo competente, queda por el político de turno guardado en un cajón, oculto y olvidado durante casi treinta años, se convierte en un “papel de la vergüenza”, proclive a sacar algún día las incompetencias de aquellos que por “acción u omisión” debían ejecutar lo ordenado en él y no lo hicieron. Más aún si lo que se ordenaba en él era llevar a cabo una acción que beneficiaría a la sociedad. Pero lo que ya causa estupor, es que todavía en la actualidad, tras haberse abierto esos cajones cada cuatro años, ojear su contenido y volverlos a cerrar, sus congéneres les rindan homenajes públicos con títulos honoríficos, días conmemorativos, etc., a quiénes a sabiendas de todo ello, lo consintieron y dejaron “el cuerpo muerto”, poniéndose de lado, beneficiando al “grande” y perjudicando al ciudadano y su historia. Acomódense, que poco a poco iremos desgranando lo escrito en este párrafo.
La historia no comienza un 08 de agosto de 2023, cuando el que suscribe visita de nuevo el Acueducto del Paraje de los Arcos, asentado en la desembocadura de la rambla de las Zorreras (en realidad triple acueducto, monumento y bien cultural de mayor cronología en su tipología en la Huerta de Murcia –s. XI d. C.-), y observa que todo sigue igual: graffitis en sus estructuras –habiendo faltado a la verdad recientemente en los informes finales de rehabilitación donde afirman que se habían eliminado-, plantas invasivas que nacen entre los huecos de sus gruesos muros que destruye poco a poco su argamasa y estructura interna, acumulación de basuras y escombros en sus ojos interiores que colmatan sus necesarios huecos para que pase el agua, su entorno lleno de flora invasiva, etc., etc. y etc., lo que es totalmente indigno tanto para su perspectiva meramente visual, así como para su milenaria estructura.
En ese mismo instante, en ese lugar, recuerdo las trece denuncias presentadas por estos motivos desde 2015 ─y todas ganadas─ como integrante de la Asociación Legado y de manera particular, y que han propiciado dos restauraciones parciales, limpiezas periódicas y con ello la posibilidad de ser estudiado de nuevo. Así mismo recuerdo, como se subieron al carro de los beneficios de estas denuncias, los que con su “acción u omisión” eran precisamente los que habían propiciado esto –Junta de Hacendados de la Huerta de Murcia (J.H.), Confederación Hidrográfica del Segura (C.H.S.) y Ayuntamiento de Alcantarilla-, yendo al Acueducto a hacerse books fotográficos como actores triunfantes, cuando la realidad era que lo poco que habían hecho, era por figurar como “responsables” en los respectivos expedientes sancionadores propiciados por las denuncias referidas y dictados por el Servicio de Patrimonio Histórico.
La historia que queremos contar comienza en el año 1994 cuando la C.H.S., con un presupuesto inicial de 500 millones de pesetas y adjudicado a la empresa Ferrovial, presenta el Plan de Modernización de los Regadíos de la Vega Media del Segura, anunciando a bombo y platillo el entubamiento de acequias árabes en los dos márgenes del río, y entre ellas 24 kilómetros de la acequia Alquibla o Barreras desde su nacimiento en la Contraparada, y que tenía su paso a cielo abierto por Alcantarilla. A consecuencia de esto, había que entubar justo dentro del edificio histórico del Acueducto, lo que conllevaba una afección directa e importantísima con posibles repercusiones fatales sobre su estructura. Esto dio lugar a una inicial negativa por parte de los Servicios Técnicos de Arqueología del entonces Servicio Regional de Patrimonio Histórico de la CARM, ya que podía ocasionar su derrumbe parcial o total. ¿Alguien cree que se hizo caso en un principio a los técnicos cualificados de la CARM? Pues ya les adelanto, que por supuesto que no. Haciendo un sencillo símil, les diré que la C.H.S. jugaba su partida de póker vendiendo su proyecto estrella, sentados a la mesa con la J.H. de la Huerta de Murcia y con el Ayuntamiento de Alcantarilla, el cual “pasaba de turno en todas las manos”, entorpeciendo lo menos posible, no fuera a ser que les perjudicara en algo.
El desarrollo de esta historia es que la C.H.S. inició en los meses de ese verano las obras de entubamiento. A finales del mes de septiembre, al llegar las obras a la altura del Acueducto, la Dir. Gral. de Cultura de la CARM ordenó la paralización de las obras, al considerar que el proyecto estaba mal redactado ya que los enormes y pesados tubos de hormigón de 2.5 m. de diámetro podrían dañar gravemente la estructura del Monumento. La C.H.S. no tuvo más que acceder, y en ese momento se comprometía dicho organismo a que si se aceptaba su nuevo proyecto, una vez terminadas estas obras, ellos llevarían a cabo la restauración y rehabilitación completa del edificio del Acueducto y la adecuación de su entorno de protección.
En base a estos errores se ordenó que la C.H.S. encargará de manera urgente un estudio arqueológico del Monumento, con el objetivo de verificar la viabilidad de instalar la conducción o entubamiento necesario para materializar la acequia, y en base a sus conclusiones finales se otorgaría o no el preceptivo permiso o licencia para esa más que agresiva obra, llevándolo a cabo el arqueólogo D. Manuel López Campuzano.
La C.H.S. seguía a lo suyo y reinició las obras antes de la entrega de las conclusiones de este estudio y sin contar con el pertinente permiso, lo que dio lugar a una resolución de urgencia de la entonces Dir. Gral. de Cultura de la CARM, de fecha 20/12/1994, que ordenaba una paralización inmediata de los trabajos iniciados. Algo difícil de entender, es que tan sólo dos días después, el 22/12/1994, por otra nueva resolución de esta misma Dirección General, y donde se especificaba que ya estaba concluida la fase inicial de excavación arqueológica, se autorizaba las obras de introducción de tubos para encauzar las aguas de acequia, con dos importantes salvedades: 1ª Las obras serán supervisadas por un técnico arqueólogo, y 2ª Dentro de las obras se abordarán las labores de restauración y consolidación del Acueducto y la adecuación de su entorno, en base a un proyecto que redactará el Servicio Regional de Patrimonio Histórico y Museos de la CARM (escrito de manera textual). Esta segunda salvedad es todo aquello sobre lo que gira este artículo.

Por tanto la conclusión de esta historia no es otra que por parte del órgano competente de la CARM se aceptaba un agresivo entubamiento, con el uso de las técnicas constructivas menos lesivas, pero siempre a cambio de que se llevase a cabo la posterior restauración y consolidación del Monumento y regeneración del entorno de la desembocadura de la Rambla de las Zorreras, hecho que de facto aceptaba la C.H.S., quedando dicho acuerdo C.H.S.-Administración Regional especificado en un documento oficial y donde se señalaba que sería la Dir. Gnrl. de Cultura quien redactaría dicho el proyecto de restauración, consolidación y regeneración, y la C.H.S. quien asumía su ejecución. Estoy en la certeza de poder asegurar que ese proyecto fue redactado y remitido a la C.H.S., y que incluso años después, y tras nuevos contactos, se realizó una adaptación económica del mismo.
¿Y nuestro Ayuntamiento de entonces? Por supuesto toda esta documentación les fue remitida. Existen Telefax de entonces que así lo aseguran. Pues nada, se decidiría que todos esos “papeles” se mandaran al famoso cajón de los recuerdos y que esa “cosa vieja” que había en Los Arcos, se quedará como estaba (desoyendo a diversas personas relacionadas con nuestro ámbito cultural que siempre había luchado por ello). No se preocuparon ni en solicitar la categoría de Bien Cultural (de este ni de ningún otro inmueble de similar naturaleza).
Esa “cosa vieja” se logró que fuera Bien de Interés Cultural (B.I.C), con la consideración de Monumento, por parte de la Asociación proteccionista HUERMUR, en el año 2011 (Decreto nº 38/2011, BORM 12 abril 2011). Su defensa desde entonces ha sido llevado por esta, y principalmente por la Asociación Legado. No les quepa duda que por nadie más, salvo técnicos de la CARM comprometidos. Todo lo realizado desde el aspecto político, ha sido obligado o aconsejado por estas Asociaciones.
¿Y nuestro Ayuntamiento de ahora? Demostrable es que en la rehabilitación parcial de dicho Acueducto del año 2017, fue obligada por denuncias de la Asociación Legado y llevada a cabo por la J.H. de la Huerta de Murcia, y donde nuestro Ayuntamiento con una minúscula aportación se la adjudicó. En la última rehabilitación de 2022 no han participado en nada, siendo de nuevo por las denuncias de la Asociación Legado. Es cierto, que en 2021 adecentaron la parte superior, echando miles y miles de kilos de grava y arena compactándolas con retroexcavadoras de gran tonelaje, algo inexplicable y que sin duda alguna, por la suma del peso de todo el conjunto, agravó considerablemente sus estructuras internas, facilitando sus observables filtraciones internas, pero bueno, quedó más bonito.
Pero lo más destacable es que en marzo de 2022, desde su Concejalía competente en Patrimonio Histórico, se anunció a bombo y platillo que solicitaban fondos europeos para su “nuevo proyecto” redactado para el acondicionamiento y renaturalización de la Rambla de las Zorreras y que con ello habrá “arreglos” en el Acueducto. Este “nuevo proyecto” resulta que no es otra cosa que un corta y pega del que redactó la C.H.S. y que debía ejecutar y que modificó en 2010. De todos es sabido que no ejecutó ni este último ni el de 1994. Por tanto, un proyecto muy, pero que muy laborioso y difícil de redactar (véase la ironía).
Por tanto, los papelotes siguen en los cajones, nunca se le ha reclamado nada a nadie, y a sabiendas de toda esta historia, seguimos limpiando parajes y sacando alfombras cuando desde la C.H.S nos vienen a visitar. La historia podría seguir, pero por resumir se han obviado muchos datos por el camino, que se podrían aportar a aquellos que no estén muy deacuerdo con lo aquí afirmado. No hay nada inventado. La hemeroteca y los expedientes de obras de la CARM están para demostrarlo.
NOTA: En una de las últimas notificaciones emitidas por los arqueólogos de la CARM, en el año 2020, estos ya requerían como indispensables las siguientes actuaciones:
- Intervención urgente de la C.H.S. en el entorno (rambla) del Monumento, propiedad y responsabilidad suya, no siendo de manera puntual si no que elimine de manera definitiva la problemática, y que finalmente asuma un protocolo de mantenimiento de ese espacio.
- Una vez salvado el problema del entorno, La J.H. de la Huerta de Murcia debería de actuar sobre el edificio del Monumento, abordando en profundidad su problemática interna, debiendo evaluarse “la conveniencia de volver a desmontar el entubamiento realizado, recuperando así el fluir de la acequia de Barreras. Esta parte de la obra correspondería a la C.H.S. que incumplió las condiciones que autorizó dicho entubamiento”.
Y por última vez aquí me repregunto ¿Alguien hará algo? ¿Quién asume las culpas? ¿Los que no hacen, o los que permiten y consienten que no se haga nada?
Alejo García Almagro
Presidente de la Asociación Legado



